19 noviembre 2006

De los derechos y deberes de la persona - Central Septiembre 2004

Me veo obligado a hablar de algo que me ha sobrepasado.
Hablamos de los derechos de las personas como algo intrínseco al concepto propio del ser humano, sin embargo, ya en el siglo XXI, hablar de los derechos del hombre puede seguir siendo una utopía.

No me queda más que horrorizarme, y tal vez llorar, al ver las atrocidades que el ser humano desarrolla en el prójimo.

No entiendo porqué un periodista occidental o un simple trabajador nepalí del sector servicios puede ser víctima de una venganza: La venganza por una guerra económica.

No entiendo porqué miles de afganos o iraquíes fueron aniquilados víctimas de una venganza: La venganza por la destrucción de las “Torres Gemelas”, símbolo del poder económico de una nación, de una forma de vida.

No entiendo porqué unos simples trabajadores, muchos de ellos sin nombre, sin papeles, se vieron obligados a saltar al vacío pues su otra alternativa era una muerte más cruel en manos de las llamas, según ardían dos rascacielos víctimas de una venganza: La sistemática represión brutal que un pequeño pueblo, el israelí, somete sobre todos sus vecinos árabes, pues se saben seguros bajo el cobijo de los Estados Unidos.

Y la cadena seguiría hasta parar en, en, o tal vez nunca pararía.
En agosto les ha tocado, entre otros, a dos periodista franceses, cuando Francia fue la gran opositora a una guerra contra Iraq, país árabe.
Gritos de protesta desde el propio mundo musulmán se han levantado contra esta barbarie. Pero todo sigue igual.

Tal vez si ni cristiano, ni musulmán existieran. Si ni budista, ni hinduista. Tal vez si la política de la religión o la religión politizada nunca hubieran surgido nada de esto hubiera pasado. Pero solo tal vez.

Pero todo se nos olvida. Pronto, muy pronto. Oímos por la radio que el ayuntamiento de Barcelona reconoce el derecho del ciudadano a ir desnudo por la calle, y nos escandalizamos.
Es un derecho, no un deber. Habrá quien se crea en el derecho de “no tener que ver a nadie desnudo por la calle”... mientras los horrores, la aniquilación del resto de derechos, los verdaderamente importantes se nos marchan del recuerdo.

¿Dónde queda el derecho del desechado y abatido a ser recodado?