19 noviembre 2006

Política y poder de convicción - Central Junio 2004

Una de las cosas que habitualmente más me han sorprendido es atribuirles a los políticos un cierto valor de simpatía.
Pero es aún más sorprendente observar que, esa simpatía, no se la ganan haciendo o diciendo cosas simpáticas, amenas o divertidas. No, los políticos evidentemente no son humoristas (aunque muchas veces y desgraciadamente para el pueblo, sean el hazmerreír de todos)

No, los políticos tienen su manera muy especial de conseguir esa simpatía:
Declarando guerras, usualmente utilizada por multitud de presidentes norteamericanos. Cuando su popularidad ha bajado, ellos han desencadenado un ataque a un insignificante país, al cual previamente han encumbrado como potencia mundial, potencia armamentística y potencia del mal.

¡Gracias USA, desde la segunda guerra mundial que nos sacan de los problemas!
Gracias por hacérnoslo pagar, varias veces multiplicado su coste económico. Gracias por vetarnos una y otra vez, en resoluciones de la ONU, en consensos internacionales como los protocolos medioambientales.
Gracias por obligarnos a ratificar sus ataques pudiendo encarecer materias primas, vitales para las economías de todo el mundo, mientras ustedes se enriquecen con sus monopolios.
Gracias por todo esto y por mucho más.

Lástima señor Bush, que su popularidad, su grado de simpatía esté bajando, y esta vez no podrá iniciar otra guerra, pues es eso lo que lo está ahogando: La guerra contra Irak, que pensó que era fácil empezar, pero no pensó en cómo debía terminar.
Su popularidad baja por buscar las soluciones a sus problemas creándoselos a los demás. Por olvidarse de la política económica y social de su pueblo, el que le vota. Por conseguir llevar el precio del petróleo a precios insospechados hace a penas un año, y justo ahora que el mercado se ha de liberalizar y usted perderá ese monopolio.

Señor Bush, nos deja en manos de sus enemigos. La política de todo el mundo al final recae en el alimento que cada uno tiene para llevar a su boca. En la economía. Es ahora cuando los países inteligentes, con políticas inteligentes, serán más independientes. Es ahí que Alemania o Francia le miran a la cara y le dicen NO. Porque llevan años investigando, llevan años progresando y sobre todo, llevan años resolviendo sus problemas y, muchas veces, los del resto.